La Semana anterior celebramos dentro de la Iglesia, la Fiesta del Bautismo del Señor con la cual cerrábamos el tiempo de la Navidad e iniciábamos así el Tiempo Ordinario, en donde meditaremos la vida pública de Jesús y todas sus obras, durante esta primera semana varias de las lecturas nos mostraban a Jesús curando enfermos, donde cura a un leproso, a la suegra de Pedro y hoy llegamos a un pasaje muy bonito que nos presenta el evangelio de este Domingo, las Bodas de Caná.
El Milagro de Caná tiene varios aspectos que destacaba en su homilía el Rvdo. Padre Diego Tanicuchi, párroco de nuestra comunidad de Santiago Apóstol de Machachi. En esta lectura bíblica, María y Jesús, están en una boda, primero destacaba la participación de las Mujeres en la vida o el acontecer cotidiano dentro de la cultura y el pueblo Judío, ellas no tenían un espacio concreto, su opinión no era tomada en cuenta, pero María acude a Jesús, intercede en este caso por lo novios, por los demás. María es el ejemplo claro de salir a la ayuda de los que necesitan, y también es intercesora, nuestra madre intercede por nosotros siempre ante su hijo, por eso debemos confiar en María y estar siempre cerca de ella para así también estar cerca a Jesús.
Dentro de la Homilía se destacaba también la figura del vino y las tinajas vacías, nos presentaba esas vasijas de nuestra vida llena de a veces cosas materiales, cosas de este mundo, ponemos primero cosas más importantes y no dejamos espacio para Jesús, "ya no tienen vino" dice María, y no nos damos cuenta que el vino más perfecto, el más importante, es Jesús, este milagro que realiza en Caná de Galilea nos adentra también a comprender que en muchos de los casos, nuestra vida está así, vacía y sin Jesús y no tenemos el mejor vino, no degustamos de ese vino que es Él mismo.. "El vino en la celebración de la boda significa alegria, y biblicamente significa amor", precisó.
En su Homilía nuestra párroco destacaba las palabras de María, "Hagan lo que Él les diga", y Jesús no nos diría que hagamos mal las cosas, al contrario nos pide que cada vez seamos mejores, que vivamos una vida mejor, hoy se ve en el mundo muchos casos en los que no amamos a Dios sobre todas las cosas, muchas veces amamos más las cosas que a Dios, esperamos que Dios haga todo en mi vida, pero yo no soy capaz de dar de mi parte, de llenar esas tinajas de mi vida de buenas obras, de buenas cosas, dándole a Dios el espacio que el tiene que tener en nuestra vida. "En muchas ocasiones esperamos que Jesús haga todo, haga el milagrito, pero y ¿Nuestra participación?".
Para esta Segunda Semana del Tiempo Ordinario la invitación es a poder redescubrir todo esto que nos enseña este lindo evangelio, para que también podamos actuar cada día a la luz de esta palabra y también encomendémonos a María como esa madre que intercede por nosotros y nos ayuda a alcanzar a su hijo Jesucristo, Nuestro Señor.
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